La triste verdad: ¿por qué las casas en Monterrey se ven todas iguales?
- Erik R Gonzalez

- hace 3 días
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La crisis silenciosa de la arquitectura regia

Por años, Monterrey fue un laboratorio de ideas arquitectónicas: casas que exploraban la sombra, la luz, la tectónica del concreto, la honestidad de la piedra local. Hoy, sin embargo, basta recorrer San Pedro Garza García y Valle Poniente o incluso Carretera Nacional y Sierra Alta para notar un fenómeno inquietante: las casas se están clonando entre sí.
La estética dominante podría describirse como un molde repetido hasta el cansancio: fachadas blancas con cantera Galarza o Santo Tomás, listones de “deck” sintético, ventanales negros gigantes, interiores en mármol brillante, tiras LED en cada plafón, y un minimalismo tan forzado que ya perdió todo significado.
Lo que alguna vez fue modernidad… hoy es un uniforme.
La tiranía de la tendencia
La mayoría de las nuevas casas buscan verse “modernas”, pero en el proceso se vuelven genéricas. No tienen memoria, no tienen raíces, no tienen identidad. Solo siguen un patrón dictado por:
Instagram,
arquitectura de catálogo,
desarrolladores que replican “lo que vende”,
y clientes que temen arriesgarse.
El resultado: una ciudad donde las casas aspiran a parecerse, no a expresarse.
En palabras de un arquitecto local, “Monterrey está construyendo mansiones que parecen showrooms.” Todo se siente pulido, perfecto, luminoso… pero inexplicablemente sin alma.
El efecto “Casa del Tec”: aspiración mal entendida
Otro fenómeno clave en la arquitectura regia contemporánea es la influencia de la Casa del Tec, la famosa casa rifada en el Sorteo Tec. Cada año, miles de familias recorren esa residencia soñada, toman fotos del vestíbulo, la fachada, la cocina, y llegan a los despachos de arquitectura pidiendo “algo así”.
El problema: esa casa cuesta entre $50,000 y $55,000 pesos por metro cuadrado de construcción, un nivel que muy pocas familias realmente consideran al momento de hablar de presupuesto. La mayoría de quienes la toman como referencia están pensando en un rango de $20,000–$25,000 pesos/m², menos de la mitad.
Ahí se genera la gran distorsión: se quiere una casa de alta gama con un presupuesto de media gama. Y cuando el dinero no alcanza para la esencia arquitectónica, se sustituye con “cosas”: mármol barato, iluminación LED en exceso, recubrimientos “modernos” y materiales de moda.
No se está comprando diseño. Se está comprando la ilusión de diseño.
El pozismo mexicano: la influencia y la imitación
No se puede hablar de la arquitectura regia sin mencionar el fenómeno del pozismo, derivado de la obra de Bernardo Pozas.
Pozas ha marcado una época y un estilo en Monterrey: líneas limpias, proporciones elegantes, manejo exquisito de la luz, control de las sombras, selección de materiales de una forma sobria y potente. Su arquitectura se convirtió —justamente— en aspiracional.
El problema no es Pozas. El problema es la imitación superficial de Pozas.
Muchos arquitectos y clientes creen que pueden replicar ese tipo de arquitectura con una cuarta parte del presupuesto real. Y lo que era una composición maestra basada en proporciones, luz y escala, termina reducido a:
fachadas planas con piedra beige o gris,
ventanales sin criterio,
líneas horizontales sin sentido,
y detalles que parecen “Pozas de Temu”.
El pozismo no se reproduce con materiales: se reproduce con criterio. Y sin criterio, solo queda la carcasa.
Materiales que se vuelven clichés
La cantera Galarza y el mármol Santo Tomás —hermosas si se usan con criterio— se han convertido en el uniforme de la fachada regia. El mármol invadió todos los pisos interiores como si el valor de la casa pudiera medirse en brillo. Y las tiras LED, originalmente pensadas para acentos discretos, ahora aparecen como decoración obligatoria: líneas de luz que no iluminan, solo presumen.
Y el “deck” sintético —creado para terrazas específicas— ahora se instala en vertical, horizontal, diagonal, como si fuera un adorno más y no un material con propósito.
Monterrey cayó en una estética donde la abundancia de materiales intenta suplir la ausencia de ideas.
El problema no es el estilo: es la falta de intención
La arquitectura regia moderna no es mala por ser moderna. Es mala cuando es automática.
Cuando una casa se diseña a partir de lo que “está de moda”, inevitablemente nace con fecha de caducidad. Es arquitectura que se verá vieja antes de tiempo, porque nunca fue auténtica.
La contracorriente: diseñar sin obedecer tendencias
Justo aquí surge una postura distinta que algunos despachos en Monterrey están adoptando: diseñar desde la intención, no desde el algoritmo visual.
En Arquitectos Inc, hemos construido una reputación por negarnos a copiar la estética dominante. Nuestra filosofía parte de una premisa sencilla y, al mismo tiempo, radical en tiempos de homogeneidad:
No hacemos casas iguales. No seguimos tendencias. Personalizamos cada hogar como una pieza arquitectónica única, basada en pureza volumétrica, luz y materialidad honesta.
No decoramos: construimos identidad. No buscamos modernidad instantánea: buscamos atemporalidad. Y atemporalidad no significa neutralidad aburrida, sino coherencia, proporción, y una sensibilidad que hace que la casa siga siendo hermosa dentro de 10, 20 o 50 años.

La arquitectura regia necesita una pausa
Una pausa para preguntarse:
¿Qué historia quiere contar esta casa?
¿Para quién está pensada?
¿Qué materiales tienen sentido, no por moda, sino por esencia?
¿Qué emociones debe generar?
¿Qué volumen respira mejor en este terreno, con esta luz, con esta familia?
No son preguntas que un tablero de Pinterest puede responder.
Monterrey merece algo mejor que casas clonadas
La región tiene un contexto natural poderoso, cultura propia, y familias con historias profundas. Sería una tragedia que su arquitectura no reflejara nada de eso.
La solución no está en más mármol, más LED o más “deck”. Está en volver a pensar. Volver a diseñar. Volver a crear.
Porque una casa no es un estatus… es un legado.




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